sábado, 9 de febrero de 2013

Desde hace mas de 500 años que nuestra civilización descubrió el mate, y digo nuestra civilización porque los Guaraníes que habitaban estas tierras desde antes de la llegada de los españoles, ingleses y portugueses, la consumían  y la transportaban como parte de su  vida cotidiana.
El  historiador Ruiz Díaz de Guzmán, atribuye en su historia escrita en el año 1612 a Hernando Arias de Saavedra, el descubrimiento del uso de las hojas de yerba mate en 1592.
Según cuenta en sus relatos este historiador,  Arias de Saavedra  habría encontrado en las "guayacas" (Pequeños sacos de cuero en el que el indio transportaba sus más preciados bienes) de indios hostiles tomados prisioneros, envueltos en delgadas y suaves pieles, un polvo que resultó ser "caá", la yerba.
Estas hojas a las que se refieren numerosos relatos de aquellos tiempos, atribuyéndoles cualidades energizantes, de vigor y resistencia, hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico regular del producto, desde su zona de origen natural a todo el virreinato.
Posteriormente, los jesuitas afincados en el Paraguay a comienzos del siglo XVII, a fin de evitar las grandes distancias que los separaban de los lugares de producción, en los que la planta crecía naturalmente en la selva alcanzando dimensiones de hasta 30 metros, introdujeron el cultivo sistemático en algunas de sus "reducciones" o "misiones" distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, parte de Corrientes, parte del Paraguay y sur del Brasil.
Con la expulsión de los jesuitas, ocurrida en 1769 sobrevino la decadencia de los yerbales, la reducción de su población y el abandono de los cultivos.
No sólo se perdieron las plantaciones, sino que hasta la tradición de su cultivo.
Pero  esto será otro capítulo de nuestros apuntes de yerba y mate.
Buena semana como siempre mate de por medio.

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