viernes, 1 de marzo de 2013

Hoy quiero compartir un excelente artículo publicado por el diario La Nación en Rincón Gaucho sobre una eminencia en lo que a la historia del mate se refiere, Don Amaro Villanueva.
Pero aquí está el articulo disfrútenlo.
Siempre es mejor recordar un nacimiento que una muerte. Sobre todo, si el primer acontecimiento es el de alguien que aportó a su tiempo, a su sociedad y a la esfera de actividad que eligió para desempeñarse.
Es el caso de Amaro Villanueva, que nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 13 de septiembre de 1900, es decir, hace ciento trece años.
Este entrerriano singular será siempre recordado por su obra dedicada a uno de los hábitos alimentarios más caros a la cultura rioplatense: el de tomar mate. Es que en 1938 dio a conocer "Mate. Exposición de la técnica de cebar", libro premiado por la Comisión Nacional de Cultura; en 1960, "El mate. Arte de cebar", y en 1967, "El lenguaje del mate".
De una punta a la otra, casi treinta años dedicados al tema.
Hubo, antes y después de los tres títulos de este autor, otros sobre nuestra infusión nativa.
Pero los de Villanueva son notorios. Puede decirse que, a pesar de los años, siguen pasando de mano en mano, como un mate que nunca se lava, porque constituyen una fuente insoslayable.
La historia y los mil secretos del cimarrón están contados en estos libros con una prosa admirable, que equilibra información precisa, claridad didáctica y poesía. Veamos cómo inicia la explicación del acto de echar la cebadura.
"Estando entre gente limpia, no es necesario comenzar por los detalles de higiene referentes al mate, la bombilla, la yerbera, la pava, etcétera. Todo está que reluce limpieza. La pava empolla su nidada de brasas en el fogón. La yerbera nos reparte por igual yerba y azúcar.
"Si andamos por un amargo, ahí está la galleta, boqueada de cimarrones. Si es por un dulce, nos espera un porito de boca fruncida. Para éste, ya se encuentra lista la bombilla de coco tucumano; para aquélla, la de paletilla. Y, en todo caso, la de paletilla puede servir para los dos."
Lo de la pava que empolla "su nidada de brasas en el fogón" recuerda que Amaro Villanueva inició su actividad literaria pública con "Versos para la oreja", libro editado en 1937, en Paraná. Entonces ya ejercía el periodismo, actividad en la que llegó a secretario del diario El Litoral, de Santa Fe, y a la dirección de la página literaria de El Diario, de Paraná.
En 1945 dio a conocer otro de sus libros destacados: "Crítica y pico. El sentido esencial del Martín Fierro". En él aportó una tesis por demás personal: "La originalidad del Martín Fierro -escribió- corresponde a la de la sociedad democrática, cuyo espíritu liberal incorpora al arte de todos los tiempos". Por lo tanto, trazó un paralelismo entre José Hernández y el norteamericano Walt Whitman, "los dos mayores poetas de la democracia". "Y es curioso que no se lo haya planteado todavía -dijo-, cuando la realidad geográfica, el clima histórico, la atmósfera social y hasta las analogías biográficas están proponiendo la confrontación, al denunciar la fuente común de la obra literaria de ambos notables escritores del mundo nuevo."
En 1957, Villanueva investigó sobre las andanzas de Giuseppe Garibaldi, durante 1837, en las costas de nuestra Mesopotamia. En el prólogo de "Garibaldi en Entre Ríos" contó que su interés por el tema nació en su juventud, cuando leyó las Memorias del italiano editadas por la Biblioteca de La Nación.
También enteró al lector de que su envidiable rigor investigativo tenía raíces familiares; lo dijo en una frase simpática y modesta: "Y como había heredado de mi abuelo materno la propensión a juntar papeles (...) pronto me fue dando por papelear..."
En sus últimos años se dedicó a una obra todavía inédita: un diccionario etimológico del lunfardo.
La muerte lo sorprendió en Buenos Aires, el 5 de agosto de 1969. Félix Coluccio dijo que dejó este mundo "con su entrerrianía incólume, a la que sirvió con honesto fervor toda su vida".
Hasta el próximo apunte MATERO, mis amigos.
Juan Carlos Yerba.